Por
Ricardo Montenegro-Vásquez*
Quién entiende a los colombianos? el mes pasado un desesperado minusválido de nombre Porfirio Ramírez Aldana dejó en ridículo la seguridad democrática al secuestrar un avión. Días despúes, con el beneplácito de la ciudadanía, un juez decidió dejar en libertad al terrorista aéreo. Casi simultáneamente quedó libre por buena conducta, Humberto Muñoz Castro asesino de futbolista Andrés Escobar, a quién después de once años en prisión la ciudadanía no le perdona el crimen.
Vamos del "timbo al tambo", queremos libertad para unos y prisión perpetua para otros. Hechos como los descritos nos indican que la mal llamada "opinión pública" es demasiado voluble en materia de decisiones judiciales. Nuestro sentido colectivo de la justicia esta averiado y no hay muestras de que el indicador pueda mejorar.
Por cuenta de la reelección presidencial de Uribe el país se ha dividido. Algunos, claramente en contra de la misma esperan que la Corte Constitucional, falle en derecho y desnude las irregularidades de trámite que lograron una reforma constitucional "flash" que pasó por el Congreso a punta de pupitrazos, desapariciones como la de Teodolindo y volteadas mágicas como la de Yidis.
Otros, con la bandera del artificial 80% la quieren a como de lugar, por eso, si la Corte Constitucional decide en contra de sus deseos proponen desobediencia civil, otro referendo, papeleta y hasta unos decretos de conmoción interior para quitarle facultades a los Magistrados por "metiches".
Sea cual sea la decisión, los hechos antes descritos demuestran que la sociedad colombiana pareciera querer una justicia maleable, como de plastilina, que se pliegue a los intereses y angustias del momento, llegando como siempre a que la misma sea aplicable sólo "a los de ruana", por no decir al mas "p....".
No sobra recordar que el acatamiento a la ley representa la salvaguarda del ordenamiento jurídico, base de la estabilidad de cualquien nación. Por tanto, el respeto a los órganos judiciales es la primera obligación de quien gobierna y de todos los ciudadanos.
Lastimosamente, la constitución y la ley no están para dejar a todos contentos, valga decir en este momento de "efervecencia y calor" que, como en la canción de Ruben Blades, al tomarse decisiones: alguien pierde, alguien gana ¡Ave María!
RICARDO MONTENEGRO-VASQUEZ
Abogado, Presidente Círculo de Pensamiento Caribe
Octubre 2005