- Ojo con dejar “De papayita” los recursos de la reconstrucción… hay que vigilar, corregir y prevenir.
Por RICARDO MONTENEGRO-VASQUEZ*
La temporada de invernal de 2010 será recordada por muchos como la peor en años. El desgaste ambiental, sumado a la improvisación y exceso de burocratismo en las Corporaciones Autónomas Regionales (VER), entidades encargadas de ejercer los controles al ecosistema, hicieron más devastadoras las consecuencias del llamado "fenómeno de la niña" que dejó en Colombia alrededor de 2 millones de personas en condiciones calamitosas.
En el Atlántico la creciente producida por la ruptura del Canal del Dique, un brazo artificial del Río Magdalena, afectó a nueve municipios del sur del Departamento. La tragedia, que inicialmente fue subestimada por las autoridades del orden nacional, ha sido comparada por los expertos como similar al desastre que dejó el Huracán Katrina en Nueva Orleans, Estados Unidos. A mi modo de ver, La razones por la cual el Gobierno del Presidente Juan Manuel Santos no prestó en un primer momento la atención requerida fueron dos: la primera porque éste tipo de emergencias son habituales en la época de final del año y la segunda por la poca asertividad en la manera como se solicitaron las ayudas a la nación.
Mientras los ríos de la región inundaban grandes extensiones de tierras productivas y arrasaban con todo a su paso, las autoridades municipales (ocupados en otros asuntos) demoraban en iniciar labores de mitigación de una emergencia que tendrá consecuencias sociales, económicas y ambientales profundas. El modo lastimero al pedir la ayuda, contrastó con la actitud desafiante con la cual los gobernadores de la región a inicios del cuatrenio Santos habían exigido insertar en la agenda política la ley de ordenamiento territorial que daría herramientas de autonomía presupuestal y de planificación, con soporte en el llamado Voto Caribe por la autonomía regional. La iniciativa que muchos apoyamos es considerada inoportuna en Bogotá porque contraría el deseo del Presidente actual de retomar para el centro el manejo de todos los recursos disponibles.
La reconstrucción nos costará al menos 10 billones de pesos a los colombianos, el gobierno nacional con ayuda de las gobernaciones lidera con decisión un proceso para que sea efectiva la ayuda. Pero en un año de elecciones locales (13 de octubre 2011) hay que vigilar desde la ciudadanía y la prensa independiente que los recursos no vayan a caer en manos de los politiqueros de siempre que se frotan las manos, alistan los bolsillos y dicen “Ay de papayita” porque planean hacer (algunos ya están haciendo) proselitismo político con los recursos de los damnificados.
Hay también que prestar atención a las entidades que monitorean el ambiente y previenen catástrofes. Basta recordar la manera informal como fue elegido el encargado de la oficina de atención de desastres en el Atlántico para evidenciar la poca importancia dada a esa instancia; eso asociado a la politiquería incrustada en Cormagdalena (en manos del partido de la U) y en las Corporaciones Autónomas de la región, entre ellas la CRA del Atlántico, a cuya inoperatividad habitual se le sumaron polémicos hechos por el control de la entidad, hace temer que si no nos ponemos las pilas este tipo de dificultades se repetirán.
Ante la apertura de procesos en la Procuraduría, algunos funcionarios simplistamente dicen a los medios que era difícil prever que ésta ola invernal sería tan intensa y mirando al cielo le echan las culpas a San Pedro. Débil argumento porque el resultado de lo que experimentamos hoy es consecuencia de lo que no hicimos ayer.
Nos han dicho que no es el momento de buscar culpables, pero toca. Como toca seguir recogiendo las ayudas que solidariamente han sido donadas por ciudadanos conscientes de la situación. Hay muchos con el agua al cuello y la paciencia hasta la coronilla, así que corresponde ahora no sólo aliviar el mal momento que aún no termina, cuidar los pocos recursos disponibles de los avivatos, sino determinar las responsabilidades de funcionarios que por su omisión, negligencia e ineptitud hicieron más difícil el desastre natural.
Sigamos ayudando, pero con el ojo abierto, para evitar que después de la emergencia sobrevenga un desastre mayor.
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*ABOGADO, Ex Candidato a la Cámara de Representantes por el Atlántico
1/07/2011
TRAGEDIA SIN RESPONSABLES?
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