Por RICARDO MONTENEGRO -VÁSQUEZ
No son fáciles los momentos para quienes quieren actuar dentro del tinglado político en Colombia; a los tibios avances en algunos aspectos democráticos se le contraponen los ataques mediáticos o judiciales, la desarticulación de las fuerzas alternativas y de izquierda como el Polo Democrático y la tendencia socialdemócrata al interior del Partido Liberal Colombiano, colectividad que se ha decidido por la incoherencia y la conveniencia. Aún así creo que los argumentos para seguir en la lucha por una sociedad en paz, más justa e incluyente siguen vigentes. Por la falta de recursos, más que todo económicos, algunos consideramos que quizás no es el momento de lanzarse a la aventura de fundar un nuevo partido sino de recuperar los espacios perdidos.
Pero ante el inminente proceso de elecciones locales en el próximo mes de octubre la coyuntura sí es propicia para lograr agitar las banderas caídas por la justicia social, la lucha en contra de la corrupción, la salvaguarda de lo público como bien superior, la defensa del diálogo mediante la solución negociada del conflicto y la reducción de la violencia incluso con acuerdos desde los espacios locales.
Muchas regiones del país y en especial mi departamento, el Atlántico, las localidades, y área metropolitana de la ciudad de Barranquilla, han sufrido mucho en los últimos años, no sólo por el fenómeno invernal que dejó devastado varios puntos del departamento, sino por comportamientos que siguen enquistados en la administración pública, y por problemas estructurales que podrían ser solucionados desde las corporaciones públicas con ingenio, con control político eficaz y con una incidencia política real de cara a la gente.
Es por lo anterior que considero adecuado que se presenten candidaturas representativas de lo que de tiempo atrás muchos pensamos y defendemos. Sería un buen ejercicio concertar inicialmente con los miembros de grupos sociales organizados (jóvenes, étnias, mujeres, población LGBT, sindicatos, viviendistas, y similares) las posibilidades de candidaturas conjuntas; examinar los compromisos que se tienen, la viabilidad en lo que concierne a lo económico, lo político y lo temático; y, luego de lograr un consenso alrededor de unos nombres, hacer que ese impulso sea visibilizado y avalado por el pueblo en las urnas mediante la presentación de unas candidaturas consistentes que sirvan de punto de partida para un proceso de largo aliento y no un fenómeno espasmódico alrededor de la urgencia electoral.
Sé de la disposición de algunos de asumir ese reto, hay varios que ya se están moviendo en la tarea de conquistar corazones que motiven a los electores a sumarse a un esfuerzo conjunto por la construcción de algo diferente. Ante el vendaval del descrédito que sufre la política y la debilidad de las tendencias progresistas en el momento actual, es preciso desear buen tino a quienes pretenden insistir en la difícil tarea de unificar criterios por unos espacios locales bien administrados.
En mi calidad de ex candidato al Congreso de la república, y a pesar de los sinsabores sufridos no he renunciado a la posibilidad de participar como buen ciudadano en la brega política. Por ello, contribuiré en lo que sea menester y, quienes así lo quieran, podrán contar con mi respaldo solidario desde la capital del país y mi presencia en donde sea solicitada si ello contribuye en algo a motivar la participación en especial de aquellos que han respaldado el proceso político en el que estoy comprometido desde hace años.
Abogado, Ex Candidato Liberal a la Cámara de Representantes por el Atlántico