Trabajando por Bogotá

Desde 2011 el abogado Ricardo Montenegro ha estado vinculado en el el gobierno capitalino en las Secretarías de Desarrollo Económico, Planeación e Integración Social.

Apoyando a pequeños empresarios

Pequeños Emprendedores y empresarios fueron el centro de la labor desarrollada por Montenegro entre 2011 y 2012 desde la Secretaría Distrital de Desarrollo Económico de Bogotá.

Campaña Cámara 2010

Ofreciendo soluciones para el Atlántico Montenegro recorrió el Atlántico en su campaña a la Cámara.

Con las banderas liberales en alto

Desde el Partido Liberal Colombiano, al que ingresó en juventudes, Montenegro ha realizado una carrera política en búsqueda de la Libertad e Igualdad.

Un Brad Pitt de Quince Días

Un relato jocoso de la visita como delegado oficial de Colombia al encuentro de la juventud Sino-Latinoamericana en China.

6/11/2020

¿DÓNDE ESTÁN PARADOS LOS MILLENNIALS?

De las frases intergeneracionales de todos los tiempos hay una que se repite década tras década, "Éstos jóvenes no saben dónde están parados!"Pero nunca antes, pareciera ser más cierta esta afirmación como ahora. Estamos en un momento de la historia donde una generación, literalmente, no sabe dónde está parada. Hablamos de los Millennials. Pero... están tan perdidos como parecen o no? 



Por Ricardo Montenegro*

Estas épocas de cuarentena y de cesación forzada del ritmo se prestan para reflexionar sobre ciertos temas que quedarían al aire entre el incesante bullir de la vida cotidiana. Es por ello, que me he dado a la tarea de analizar, como un testigo de excepción, el tiempo presente y futuro de este grupo poblacional que transita en la temprana adultez.

Empiezo por confesar que quien escribe estas líneas no es Millennial. Hago parte de una generación tan X que nos han llamado así "generación equis" quizás por lo rara, despreocupada de los asuntos colectivos, insolidaria; y en general por lo anodina o insustancial. Tal vez sea porque nacimos y crecimos en el Mundo y el país del "sálvese quien pueda" y "marica el último" que bien describen las series de narcos y novelas de mujeres que necesitaron tetas para tener paraíso. Pero eso es harina de otro costal del que escribiré después.

Los Millenials, nacidos entre 1981 y 1994, son conocidos también como la generación Y, y sus hermanos menores, los centenialls son la generación Z; ambos son "nativos digitales". La tecnología forma parte esencial de su día a día, sus actividades necesitan la intermediación de una pantalla. Su vida es un "On y Off" entre lo real y virtual.

Por eso su actitud se enmarca en una dualidad, para unas cosas son "rápidos y furiosos" como cambiar de trabajo, pero para otras, como casarse y salir de la casa, son lentos. Tienen como características positivas ser incrédulos y tomar riesgos calculados al revisar en redes sociales e Internet el contexto para formarse una idea de la realidad.

Son ciudadanos globales, apoyan causas como la medioambiental, la equidad de género y el logro de una sociedad más igualitaria por etnia, origen nacional, identidad sexual y aspecto físico.  Temas como el matrimonio del mismo sexo, el aborto y la legalización de la marihuana; para ellos son cero polémicos.

Sus intereses son difusos políticamente, porque cuestionan y se movilizan mucho pero desde su zona de confort que es la trinchera tecnológica. Inciden poco en el devenir de sus sociedades al no entender (ni querer entender) el funcionamiento de las estructuras de poder, ni ejercer su derecho al voto. Son proclives a caer en la paranoia de la "teoría conspirativa" constante y eso los hace un poco apáticos, presa fácil de las "Fake News" y obvio alérgicos al escenario partidista.

En lo laboral, su desempeño y estabilidad se ven afectados al mirarse al espejo de una realidad donde no son seres tan "únicos y especiales" como los convencieron sus papás; ven con malos ojos ser competetitivos y encima son influenciables. Esa fragilidad emocional los lleva a tener una muy baja tolerancia al fracaso.

Debido a esta pandemia por coronavirus covid-19 a los millenials les tocó crecer rápido, muy rápido y afrontar decisiones que hasta ahora han pasado de soslayo. Sus vidas no serán las mismas después del 2020. La afectación en la economía e incluso en algo que valoran que es la libertad de moverse entre países, trabajos y relaciones se verán detenidas por varios meses.

Los acontecimientos de las semanas desde el paro nacional, las protestas a nivel continental y en días recientes con la indignación surgida por la muerte del afroamericano George Floyd en Estados Unidos donde revivieron las movilizaciones de los 60s en contra del racismo, demuestran que pueden pasar su angustia del entorno digital a las calles. Ojalá entiendan que el mundo no inició con ellos, que en la humanidad ya hemos pasado por muchas penurias e injusticias y que hemos salido de ellas avante. Por eso, una re-lectura a la historia con ojo crítico y generosidad no les caería mal.

A pesar de todo lo anterior, soy optimista, veo que están tomando su rumbo y encontrarán un mejor futuro para ellos y las familias que están empezando a crear, dejarán el idealismo en la gaveta de los recuerdos juveniles y deberán escoger entre lo deseable y lo posible, quedándose con la realidad más real y menos virtual. 

Tendrán que tomar lo pragmático de sus padres y abuelos, pero ojalá no pierdan esa capacidad de pensar en colectivo, de ser solidarios y esa sensibilidad que a veces les hace ver tan débiles como para creerles incapaces de llegar a algún lado. Si quisieran podrían cambiar la política y la sociedad impulsando una nueva consciencia, ojalá lo hagan porque se les agota el tiempo.




Ricardo, Montenegro, Vásquez, Político, Abogado, Ex, Candidato, CONGRESO, república, Colombia, lgbt, gay, defensorBogotá DC 11.06.2020
Por Ricardo Montenegro Vásquez
Abogado Esp. en Gobierno Gerencia y Asuntos Públicos 




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6/04/2020

Autoritarismo, Aplicaciones y Control social en la "Nueva Normalidad"

La crisis originada por el coronavirus COVID-19 no solo ha destapado las falencias del sistema de salud en todo el planeta, sino que deja al descubierto que el miedo cause la cesión voluntaria de nuestra libertad e intimidad.



Por Ricardo Montenegro-Vásquez*

Recurrir a la tecnología usando aplicaciones en teléfonos móviles inteligentes conocidos como "smartphones" fue una de las soluciones planteadas, para reducir drásticamente la tasa de contagios y muertes, por cuanto estarían en la capacidad de avisar si eventualmente tuvimos un contacto con alguien portador del virus gracias a su sistema de geolocalización; ayudando con ello a los Estados a tomar la decisión del aislamiento de los portadores y sospechosos de haber contraído la enfermedad.

Esa estrategia logró que Corea del Sur frenara rápidamente la curva de contagios y en pocas semanas volver a abrir colegios, trabajos y lugares donde se desarrolla la vida cotidiana. Emulando dicho éxito, y al no haber vacuna, gobernantes de todo el Mundo empezaron a recomendar (o en algunos casos imponer) a sus ciudadanos el uso de éste tipo de aplicaciones como una herramienta para responder al reto de la pandemia. 

La ventaja de conseguir vía app un diagnóstico masivo es altamente eficaz. El método es sencillo, al inscribirse le piden al usuario datos personales como sitio de residencia, edad, sexo, teléfono y correo electrónico. También se les pregunta cómo se siente cada día y activar incluso el bluetooth para mayor precisión del lugar donde se encuentra. Sin embargo, las alertas se incrementan cuando la aplicación pide acceso a elementos internos como la cámara o la memoria del equipo. 

En Colombia ante una serie de críticas de académicos y usuarios, en los últimos días la Superintendencia de Industria y Comercio y la Procuraduría General de la Nación informaron que hacen el seguimiento a las aplicaciones utilizadas en territorio nacional: “Bogotá cuidadora”, “Medellín me cuida”, “EsperanzApp” (en Caldas y Risaralda), “Cuidémonos” (en Cartagena), “COVID-19 Boyacá”, "CaliValleCorona" y las nacionales: “Coronapp” y el sistema de ingreso solidario; por la laxitud en la recolección y uso de datos de la ciudadanía para combatir el coronavirus en el país.

Y es que el uso de las mismas implicaría el manejo de datos sensibles, restricciones a la movilidad e incluso derivaría en expedir una especie de "pasaporte sanitario" para dividir a los colombianos entre sanos y enfermos. 



Los defensores de las aplicaciones hablan del fin loable que tienen al lograr detectar focos de contagio, pero sus detractores señalan la posibilidad de control social vía la entrega de datos y la tentación del autoritarismo de quienes tienen esa información. 

Lo cierto es que desde hace casi dos décadas hemos ido entregando voluntariamente demasiado de nosotros mismos a los gigantes tecnológicos como Google y Facebook (dueño también de Whatsapp e Instagram), que conocen ahora nuestros gustos, comportamientos y círculos de interacción cercanos, los cuales usan para influir en los hábitos de consumo.

La reflexión que surge recientemente es si nos sentimos cómodos con entregar a los Estados a esta información y el uso de la misma. Es normal que nos cuestionemos: ¿Qué información de Salud es clave para “pelear contra el Covid-19”? ¿Dónde se almacenará? ¿Quién podrá acceder? ¿Por cuánto tiempo? ¿Cómo y Cuándo la van a borrar?

La pregunta que sigue es ¿qué tan dispuestos estamos a que en la “nueva normalidad” pospandemia nuestra información (y ahora nuestra información de salud), siga dando vueltas por el ciberespacio? Y, sobretodo si nos sentimos cómodos al entregarla a los gobernantes y políticos de estas latitudes.


Ricardo, Montenegro, Vásquez, Político, Abogado, Ex, Candidato, CONGRESO, república, Colombia, lgbt, gay, defensor
Por Ricardo Montenegro-Vásquez 
Abogado esp. en Gobierno Gerencia y Asuntos Públicos 
Ex Asesor Ministerio TIC


Bogotá DC 04.06.2020

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