De las frases intergeneracionales de todos los tiempos hay una que se repite década tras década, "Éstos jóvenes no saben dónde están parados!". Pero nunca antes, pareciera ser más cierta esta afirmación como ahora. Estamos en un momento de la historia donde una generación, literalmente, no sabe dónde está parada. Hablamos de los Millennials. Pero... están tan perdidos como parecen o no?
Por Ricardo Montenegro*
Estas épocas de cuarentena y de cesación forzada del ritmo se prestan para reflexionar sobre ciertos temas que quedarían al aire entre el incesante bullir de la vida cotidiana. Es por ello, que me he dado a la tarea de analizar, como un testigo de excepción, el tiempo presente y futuro de este grupo poblacional que transita en la temprana adultez.
Empiezo por confesar que quien escribe estas líneas no es Millennial. Hago parte de una generación tan X que nos han llamado así "generación equis" quizás por lo rara, despreocupada de los asuntos colectivos, insolidaria; y en general por lo anodina o insustancial. Tal vez sea porque nacimos y crecimos en el Mundo y el país del "sálvese quien pueda" y "marica el último" que bien describen las series de narcos y novelas de mujeres que necesitaron tetas para tener paraíso. Pero eso es harina de otro costal del que escribiré después.
Los Millenials, nacidos entre 1981 y 1994, son conocidos también como la generación Y, y sus hermanos menores, los centenialls son la generación Z; ambos son "nativos digitales". La tecnología forma parte esencial de su día a día, sus actividades necesitan la intermediación de una pantalla. Su vida es un "On y Off" entre lo real y virtual.
Por eso su actitud se enmarca en una dualidad, para unas cosas son "rápidos y furiosos" como cambiar de trabajo, pero para otras, como casarse y salir de la casa, son lentos. Tienen como características positivas ser incrédulos y tomar riesgos calculados al revisar en redes sociales e Internet el contexto para formarse una idea de la realidad.
Son ciudadanos globales, apoyan causas como la medioambiental, la equidad de género y el logro de una sociedad más igualitaria por etnia, origen nacional, identidad sexual y aspecto físico. Temas como el matrimonio del mismo sexo, el aborto y la legalización de la marihuana; para ellos son cero polémicos.
Sus intereses son difusos políticamente, porque cuestionan y se movilizan mucho pero desde su zona de confort que es la trinchera tecnológica. Inciden poco en el devenir de sus sociedades al no entender (ni querer entender) el funcionamiento de las estructuras de poder, ni ejercer su derecho al voto. Son proclives a caer en la paranoia de la "teoría conspirativa" constante y eso los hace un poco apáticos, presa fácil de las "Fake News" y obvio alérgicos al escenario partidista.
En lo laboral, su desempeño y estabilidad se ven afectados al mirarse al espejo de una realidad donde no son seres tan "únicos y especiales" como los convencieron sus papás; ven con malos ojos ser competetitivos y encima son influenciables. Esa fragilidad emocional los lleva a tener una muy baja tolerancia al fracaso.
Debido a esta pandemia por coronavirus covid-19 a los millenials les tocó crecer rápido, muy rápido y afrontar decisiones que hasta ahora han pasado de soslayo. Sus vidas no serán las mismas después del 2020. La afectación en la economía e incluso en algo que valoran que es la libertad de moverse entre países, trabajos y relaciones se verán detenidas por varios meses.
Los acontecimientos de las semanas desde el paro nacional, las protestas a nivel continental y en días recientes con la indignación surgida por la muerte del afroamericano George Floyd en Estados Unidos donde revivieron las movilizaciones de los 60s en contra del racismo, demuestran que pueden pasar su angustia del entorno digital a las calles. Ojalá entiendan que el mundo no inició con ellos, que en la humanidad ya hemos pasado por muchas penurias e injusticias y que hemos salido de ellas avante. Por eso, una re-lectura a la historia con ojo crítico y generosidad no les caería mal.
A pesar de todo lo anterior, soy optimista, veo que están tomando su rumbo y encontrarán un mejor futuro para ellos y las familias que están empezando a crear, dejarán el idealismo en la gaveta de los recuerdos juveniles y deberán escoger entre lo deseable y lo posible, quedándose con la realidad más real y menos virtual.
Tendrán que tomar lo pragmático de sus padres y abuelos, pero ojalá no pierdan esa capacidad de pensar en colectivo, de ser solidarios y esa sensibilidad que a veces les hace ver tan débiles como para creerles incapaces de llegar a algún lado. Si quisieran podrían cambiar la política y la sociedad impulsando una nueva consciencia, ojalá lo hagan porque se les agota el tiempo.
Abogado Esp. en Gobierno Gerencia y Asuntos Públicos
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