Por Ricardo Montenegro-Vásquez*
Se ha dado el pitazo inicial y el balón empezó a girar en Alemania. Miles de ojos centran su atención en los enfrentamientos entre los países que clasificaron a la cita futbolera de 2006. Detrás de esta parafernalia mediática, que impulsa a no estar ajenos a este evento, hay varias aspectos que tienen que ver con la pasión por el deporte, la gloria del triunfo, el orgullo patrio y dinero, mucho dinero.
Fieles a la tradición de los tiempos de la “pax romana” la humanidad patentó la política y el deporte como la continuación de la guerra por otros medios. Los once hombres que dejan su esfuerzo en el campo de juego son, ni más ni menos, los gladiadores modernos, héroes que aglutinan masas porque sus triunfos son los triunfos del pueblo.
El fútbol es una pasión que traspasó de las élites al espectro popular por varias razones: la primera por la facilidad de su reglas y su juego (sólo se necesita un balón o una bola de trapo) y la segunda por la identificación e idealización que hicieron gobiernos especialmente dictatoriales de los deportistas, a los que se les endosa la representación de la patria.
Y claro cuando lo popular es masivo, el negocio llega por añadidura. Hoy el fútbol representa miles de millones de dólares para la FIFA, para el país anfitrión y para las multinacionales de televisión, de productos deportivos y hasta de alimentos, que ven como se desocupan las estanterías cuando se promueven sus productos con los símbolos del mundial.
El fenómeno sociológico del fútbol ha llegado al extremo considerarse la suspensión de clases y cambios de horarios laborales en varios de los países que están en competencia. La migración masiva hacia los estadios de los países que logran ser sede del mundial, deja réditos en el turismo, el comercio y el desarrollo. Por ejemplo, se calculan en Alemania 50.000 empleos temporales en los días de competencia, sin contar con la mano de obra que ha demandado la adecuación y creación de una infraestructura deportiva importante.
La necesidad de un referente cultural que recoja la nacionalidad en este mundo global, hace que siquiera cada cuatro años la gente recuerde que pertenece a una raza, a un pueblo y a una estirpe, que difiere de las otras; pero, paradójicamente por estar interconectada, cada vez más depende de las otras.
*Abogado, Secretario Unidad Internacional Partido Liberal Colombiano
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6/09/2006
Mundo Esférico
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1 comments:
hola
la verdad el mundial es lo maximo aunque ami no me gusta el futbol pero me gustan las camisetas que usan eso chevere...
ahhh y verlo es lo mas importante ya que es une a las naciones en una misma pasion, ver a personas correr detras de una pelota es una bobada pero muy interesante
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